Joel Álvarez Borrego
El maestro le dice a su hijo, quiero hablar contigo, estoy preocupado porque me he dado cuenta que has reprobado algunas materias, te pido que pienses que estás en un nivel universitario y debes meterle muchas ganas al estudio para que puedas titularte.
El hijo miró fijamente a su padre y le dice, no te voy a mentir, a Ti no te puedo ni debo mentir, desde siempre me he dado cuenta que la escuela muestra un rezago tremendo en relación con lo que se vive fuera de ella.
Escucha bien lo que te voy a explicar y después me das tu opinión. Estoy estudiando Ingeniería en Sistemas Computacionales y créeme que lo que se nos enseña esta súper desfasado con la realidad. Si quieres un título, lo tendrás, pero de antemano te digo que lo que estoy aprendiendo no me servirá para desarrollarme en el campo profesional.
Como todo padre, al darme cuenta de que estaba reprobando pensé en que a lo mejor no contaba con la capacidad suficiente para salir adelante, pero, la explicación que me daba era una expresión legítima de lo que estaba viviendo como estudiante de uno de los institutos más caros de la República Mexicana, por lo que al día siguiente le pregunté, en el caso que dices estar viviendo, ¿que es lo que consideras hacer? La respuesta fue inmediata, voy a pasar las materias sólo para obtener el título pero quiero que hagas un esfuerzo económico y me compres algunos libros de computación de los cuales yo te indícaré títulos y autores. Nos dirigimos a comprarlos.
Por la noche y muy entrada la madrugada me percaté que había luz en su recámara, toqué para preguntar que hacía, lo vi con un libro, de los comprados, en las piernas mientras sus manos tocaban las teclas para escribir en la computadora cosas que yo no entendía. Me miró y dijo estos libros si están actualizados pero pronto serán superados por conocimiento más avanzados.
Desde entonces he pensado sobre lo que hicimos y se sigue haciendo en todos los niveles educativos, ¿cuántas cosas hemos enseñado sin tener relevancia alguna?
¿Qué relevancia tiene llenar la cabeza de un niño con fechas, datos, nombres y acontecimientos para aprobar la asignatura de Historia?
¿Qué caso tiene saber los títulos y autores de obras literarias si no ha leído ninguna?
En lo personal, no digo que no sirva, pero nunca he usado en mi vida la raíz cuadrada, ni la suma, resta, multiplicación y división de fracciones.
Que sirve de cultura general. Tal vez, pero, el dolor de cabeza no se va a quitar fácilmente al que decide ser, en su vida adulta un soldador, un mecánico, un músico o un bailarín.
Es cierto que muchos de los conocimientos “aprendidos” se quedarán dentro de un baúl para no ser ni recordados.
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Aah y sobre todo… Que haya escuelas vanguardistas para los docentes con vocación y más que nada que no haya intervenciones de los líderes sindicales 53…