Profe Cruz A.
Para nadie es un secreto que la educación como proceso centrado en las formas de enseñanzas y las múltiples formas de aprender tienen una larga trayectoria en la historia de cada país, para hablar del caso del México en específico, dicho proceso se ve coartado por los intereses políticos en juego en cada proceso electoral.
No es que la educación responda a las necesidades de cada contexto, responde en cambio al perfil político de cada administración. Ha sido este manoseo de los grupos en cuestión lo que ha impedido la consolidación de la educación en nuestro país, sin descartar la marcada tendencia en importar teorías, pensamientos e ideas tocante al tema educativo que poco le dicen a la realidad.
¿Quiere decir que se carece de investigadores que profundicen en al análisis de las prácticas de lo docentes, acompañado de una reflexión crítica que incida en modificaciones y ajustes que favorezcan el proceso de enseñanza y aprendizaje? Me parece que no, ni una cosa ni otra, hay suficientes maestras y maestros que pueden compartir sus experiencias sobre las estrategias que funcionan en la alfabetización de los niños, la lógica matemática, la formación de lectores, el pensamiento histórico, las ciencias de la naturaleza como ejemplificación de cómo relacionarnos con ella sin concebirla como mercancía, y tantas cosas más.
Independientemente de las coyunturas aludidas anteriormente, lo que queda es esta postura de no confiar en las maestras y maestros mexicanos, en ese sentido se hace énfasis en la burocratización de la educación y no como espacio donde se transforman desde su interior las relaciones humanas.
Por definición la importación de ideas conlleva el fracaso al no responder a las exigencias de la realidad, no son los docentes quienes hacen la teoría, son quien la ejecutan o intentan ejecutarla en un contexto social donde dicha teoría no se acerca mínimamente, la abstracción como dimensión donde se debate la educación queda ajena a la materialización.
Se han creado dos vicios igual de inoperantes para los fines que se persiguen; la subjetividad de la teoría, y la improvisación práctica. En la segunda son los docentes quienes, por lo común, rechazan ideas que no sean las que dominan, es decir, aquellas prácticas que domina, con un pequeño margen que buscan actualizarse en las nuevas prácticas, reinterpretación de los textos, análisis del ambiente sociocultural donde se labora.
Cuando hay un relevo en las cúpulas de la administración del Estado, la prioridad es mantener los espacios en correlaciones entre los partidos o personajes de los partidos, sin una base de principios que oriente o proyecte hacia dónde se quiere conducir al país, sin una idea clara de la educación es imposible transitar a la otra orilla del río.
En los últimos treinta años se han redefinido posturas en la economía política donde el mercado está por encima de todo, y la política está sujeta a supremacía del mercado. Una elección no se define por los votos de los electores, ni por las inclinaciones en las encuestas, sino en cómo favorecer, en todo caso, facilitar el tránsito de mercancías y acrecenté el valor de quienes controlan la producción, distribución y comercialización de aquello que se produce.
En estas alturas de la economía mundial, aquí los nacionalismos se desdibujan, no importa si quien produce es mexicano, peruano, brasileño o portugués, la única identidad es el dinero, o sea, las relaciones capitalistas de producción.
Expuesto lo anterior, el proceso educativo en nuestro país entre una administración y otra no ha pasado de ser una decoración entre otras decoraciones de las políticas públicas. En su interior, la creación de planes y programas, ediciones de libros, recursos para las escuelas, asignación de las tienditas, las ventas de los exámenes, actividades económicas para saca recursos, gestión ante autoridades locales, y otras más, han resultado una fuga de dinero, un desangre de los bolsillos de las madres y padres de familias, más que la consolidación de la formación de sus hijos.
Es en estos espacios institucionales donde se absorbe la vida de las escuelas, lo demás pasa a formar parte de la estadística a mejorar el siguiente ciclo escolar. Estas prácticas mezquinas, sumadas las sindicales en ese mismo tenor, y de las autoridades en todos sus niveles.
Reformas van y vienen, pero esta vida cotidiana institucional queda intacta, incluso, intacta del humanismo que se pregona en la actual administración. Existe un divorcio entre lo que se dice con lo que se hace, por citar unos ejemplos; los docentes siguen con salario paupérrimos, se premia a quienes se hacen del cuerpo discursivo del Estado mediante unos exámenes, pero no se valoran los resultados que se adquieren en las aulas; las escuelas se han hecho viejas en su infraestructura, con tecnología de hace más de veinte años, donde en su interior reina las ventas de todo tipo, menos las practicas diaria de la lectura, la escritura, el debate, las discusiones de ideas, los foros, las producciones literarias, periódicos murales, revistas.
Esta proliferación de la vendimia en las escuelas va en consonancia con el principio que reina fuera de ella, la obtención de mercancía al menor esfuerzo. El humanismo mexicano que pregonan por las mañanas y en todos los canales culturales de televisión nacional, no permea con los usos y costumbres establecidos década atrás.
Ante esta incoherencia en la palabra y la acción, tanto la SEP como los Sindicatos han hecho caso omiso, en el caso de Sinaloa, ambos entes están volcados a hacer política diaria en la apertura de los tiempos electorales, si las autoridades transitan de un puesto a otro, no ven la educación como una herramienta de transformación de la realidad, sino como plataforma para conseguir, como es el caso, una Diputación.
Si arriba no importa la educación, abajo, es decir, en la planta docente, tampoco. ¿Qué es lo que queda? Chambismo, un proceso de simulación donde se hace como que se trabaja en aras de formar a los alumnos con herramientas culturales ante un mundo cada ves más violento, y no se consolida un proceso básico, el saber leer, menos el complejo que es pensar.
Surge otra pregunta, ¿si la educación no forma las mentes para pensar la realidad en la que se vive, cuál es su razón de ser? Cada quien podrá sacar sus conclusiones.
Desvinculada la teoría de la realidad, desvinculado el ser con el deber ser, qué se puede rescatar de un cuerpo de institucionales educativas donde cada quien busca el beneficio personal; los lideres sindicales mantener los cotos de poder y maniobrar en quitar y poner personal pese a la ley que impide dichas maniobras, si lo hacen es porque la SEPyC lo consiente; las autoridades de la SEPyC que han nadado de muertito en estos dos años para, con la imagen inmaculada de la corrupción que invadió a la Secretaría todo este tiempo, aspirar a otros puestos; los recursos que llegan a las escuelas donde los directivos los miran como si fuesen de su patrimonio, gastando en artículos que no benefician las condiciones de estudio de los alumnos; supervisores y jefes de sector que reciben coartadas de cada escuela, de lo poco que obtienen con actividades, un porcentaje se les asignas, y así sucesivamente, ¿de dónde sale todo ese recurso? De las madres y padres de familia.
Con la anterior descripción podemos poner sobre la mesa la gratuidad de la educación, ¿por qué no se respeta? Bueno, porque el Estado no asume el compromiso constitucional de garantizar las condiciones optimas para el buen desenvolvimiento de las alumnas y alumnos. Ha sido la irresponsabilidad del Estado, el abandono de la educación en las escuelas, lo único que les interesa son las estadísticas para justificar la existencia de las escuelas y la cobertura, el acceso de el interés superior del niño, la niña y los adolescentes.
Al Estado no le interesa si los aprendizajes se están construyendo, si las relaciones en las escuelas son democráticas, si las autoridades toman en cuenta al personal docente en un vínculo de construir juntos una escuela con dirección hacia la formación intelectual, nada de eso importa, al final de cuentas la simulación es la constante en estos espacios.
Volviendo al tema central, ¿hay por parte del gobierno actual algún gesto de revertir la situación? No, más allá de la propaganda discursiva, del periodo electoral abierto recientemente, la educación sigue siendo un tema de interés menor. No le ha importando al Presidente de la República que, constantemente se demarca de sus antecesores, no le ha importado al Gobernador de Sinaloa que ha preferido enfrascarse en enfrenamientos con la Universidad y aliarse con los caciques sindicales, pensando precisamente en reacomodar a sus funcionarios en el Congreso, no le ha importado a la Presidenta Municipal, pasando desapercibida en estos tres años, no le ha importado a toda la estructura de la educación, preocupada por los papeleos, cambios y recambios de personal, no le ha importado a las docentes y docentes, reducidos al chambismo, preocupados por mantener lo que tienen, y qué mejor manera de hacerlo que sumarse a las campañas políticas; en el fondo, quedan desoladas las madres, padres, alumnas y alumnos; los sujetos prioritarios en este proceso quedan relegados al olvido. Cuando la política y la historia coincidan, podremos hablar de una educación volcada a la transformación, mientras las palabras, bonitas cuando se escuchan, no bajan al quehacer diario en el aula, en construir un espacio abierto donde lo humano esté por encima de lo demás, a excepción de la naturaleza, hogar de nuestros sueños en este planeta.