Por Jorge Alfredo Gámez Norzagaray
Se mira muy lejano aquel siglo XVI en Europa Occidental, Italia para ser más específico, donde la cultura, las artes y las ciencias florecieron en aquella época renacentista tan estudiada por los grandes historiadores por sus nutridas aportaciones al desarrollo de la humanidad; de entre este gran repertorio de legado cultural y científico, se encuentra una obra desarrollada por un personaje icónico, personaje quizá poco comprendido, que no se le dio en su momento la dimensión de su aportación a la ciencia política, de hecho una palabra se acuñó en su honor; si, en efecto, hablamos de Nicolás Maquiavelo, el famoso “secretario florentino” (por el cargo de asesor político que ocupó con los poderosos Médicis en Florencia), cuyo legado político y de pensamiento como estadista lo han llevado a recibir el mote de “padre de la ciencia política moderna”, pues sus postulados universales se consideran como infalibles en el estudio de la política hasta hoy en nuestros días.
“El Príncipe” fue escrito en el año 1513, cuando Maquiavelo se encontraba prácticamente exiliado de Florencia su tierra, donde sirvió por algunos años como consejero político de los Médicis, una poderosa familia aristócrata que gobernó por mucho tiempo Florencia y tenían una fuerte influencia en los demás estados italianos con los que rivalizaban. Los efectivos consejos de Maquiavelo a los Médicis para gobernar Florencia, lo llevaron a gozar de gran fama y de la estima de esa poderosa estirpe italiana; pero fue acusado de conspirador contra Lorenzo de Médici y condenado al exilio en un pequeño pueblo a las afueras de Florencia. Este icónico y a la vez controvertido libro contenía un cúmulo de pensamientos y argumentos propios de Maquiavelo, resultado de sus años de experiencia en la corte de los Médicis como principal asesor político y diplomático; pero lo sustancial es saber: ¿Qué contiene “El Príncipe y por qué es tan controvertido?, ¿Por qué sus postulados se consideran como una guía hasta hoy en nuestros días en pleno siglo XXI?, ¿es tan fuerte su legado que se piensa que hoy en día muchos gobernantes y hombres de Estado lo tienen como libro de cabecera?; las respuestas a estas interrogantes las podemos otorgar solo de una manera objetiva: leyendo y estudiando la obra, partiendo de su contexto histórico y desmenuzando capítulo a capítulo su estructura; de esta misma obra se extraen algunas famosas frases adjudicadas al propio Maquiavelo, que por cuestiones de tiempo, es imposible analizar todas, sin embargo, aquí explicaremos las que consideramos más relevantes para la ciencia política.
Maquiavelo entregó por correspondencia su libro “El Príncipe” a los Médicis, pero estos la despreciaron por considerarlo un conspirador y un traidor a su estirpe; sin embargo, fue divulgado unos años más tarde en 1532, ya fallecido Maquiavelo; despertando un interés especial entre la élite de gobernantes de los Estados Italianos que rivalizaban con la Florencia de los Médicis y que buscaban alguna guía de como gobernar sus dominios de forma efectiva. En una época de caos, de guerras entre Estados en Italia y otras Naciones vecinas, la amenaza latente de los pueblos germanos (alemanes) este libro contiene consejos, guías, repasos históricos y pasajes de alto valor para servir como ejemplo al gobernante moderno de la época.
“El fin justifica los Medios”; frase adjudicada históricamente al pensamiento de Maquiavelo, no dicha literalmente en sus obras, pero si implícita en los consejos y acciones que debe seguir el príncipe (gobernante) para lograr la excelencia y conseguir los fines del Estado que se gobierna; esta máxima presupone evidentemente que el gobernante debe tener la capacidad suficiente de hacer a un lado su moral, sus valores, principios o lo meramente ético con tal de hacer lo más efectivo para conseguir sus fines y para la gobernabilidad y estabilidad de su pueblo. Maquiavelo sostenía que para lograr la excelencia como gobernante era necesario separar por completo la política de lo moral o éticamente correcto, pues estas se debían analizar como una ciencia aparte, y que muchas veces solo ocasionaban conflictos al príncipe (gobernante) pues lo ponía en diversos escenarios entre la espada y la pared.
“El hombre es malo por naturaleza, es la misma sociedad la que lo obliga a actuar de buena forma”; otra máxima atribuida al célebre “secretario florentino”; frase que se encuentra contenida en su obra “El Príncipe” y que revela el pensamiento de Maquiavelo sobre la tan controvertida “naturaleza humana”, argumentando que el ser humano no actúa de buena fe para con sus semejantes porque sea bondadoso, sino porque existen normas de convivencia o leyes que te obligan a ello para no ser susceptible de alguna sanción; y que en reiteradas ocasiones esto queda sustentado entre gobernantes y gobernados, donde se formula una relación de inquisidor y castigado. Entonces para Maquiavelo el gobernante es malo, que busca sus propios fines y beneficio, sobre todo lo que versa a la continuidad en el poder político que ostenta, pero que actúa de buena manera para obtener la gratitud de sus gobernados y así poder darle una estabilidad y veracidad a su gobierno; logrando una anhelada paz pública y orden social tan buscadas en tiempos caóticos como lo fueron durante el Renacimiento.
“Es mejor ser temido que ser amado”; una de las frases más famosas atribuidas a Maquiavelo, revela un tanto de su pensamiento político y de estadista; a priori esta máxima la podemos ver como perversa y “desalmada”, pues solo podríamos pensarla de un gobernante o un “príncipe” despiadado y sin compasión por sus gobernados, sin embargo, no es propiamente así; de hecho el secretario florentino aconsejaba al gobernante ser benevolente, piadoso, atento, bondadoso con su pueblo, para así lograr ser amado por éste; sin embargo al mismo tiempo aconsejaba al “príncipe” mostrar firmeza y determinación en sus acciones; de tal suerte que supieran sus gobernados o súbditos que si cometían alguna falta grave, serían castigados con toda la fuerza del Estado y de la ley.
“El príncipe debe respetar y promover la religión de su pueblo, aun cuando no crea en ella”; esta frase es icónica porque engloba el pensamiento de Maquiavelo y refleja cierta creencia colectiva de la época: todo gobernante debe ser promotor de su religión, no basta con respetarla y tolerarla, sino que debe convertirse en un aparente devoto de dicha religión para así obtener más simpatía con sus gobernados. Maquiavelo expone en su obra algunos casos de gobiernos aparentemente estables que cayeron en desgracia por algún conflicto religioso; hoy en día de hecho, es bien sabido que muchos Países del mundo mantienen un fuerte vínculo Estado-Iglesia, donde en ocasiones el gobernante es a la vez el líder religioso (monarquía británica, el ayatolá líder supremo en Irán, el Papa en el Vaticano, y otras naciones sobre todo de pequeñas monarquías o principados euroasiáticos y africanos. En México, sin duda, los presidentes de la era contemporánea, al saber que cerca del 90% de la población es cristiana católica (aunque gran parte se autodenomine “no practicante”), respetan y promueven la cristiandad y sobre todo hacen especial énfasis a la Virgen de Guadalupe, ícono religioso y de identidad de la “mexicanidad” que sobrepasa las fronteras de nuestra Nación.
Al analizar de esta forma los postulados mas universales de la magna obra de Maquiavelo, nos encontramos de esta forma con que estos no pierden vigencia y superan toda barrera de tiempo y lugar; pues seguro estoy, que gobernantes, incluso de Latinoamérica y Países “occidentales” en más de una ocasión han abierto el libro célebre de Maquiavelo para buscar respuestas sobre como solucionar sus cuestiones de Estado y de como resolver sus problemas como gobernantes, haciendo de esta obra un legado universal de la ciencia política y desde luego, con vigencia desde el siglo XVI hasta este pleno siglo XXI.