Las elecciones en Estados Unidos suelen ejercer un impacto considerable en el peso mexicano, y esto se debe a una serie de factores.
Durante los períodos electorales, la estabilidad del peso está estrechamente ligada a la confianza de los inversionistas. En el caso de México, los mercados están evaluando un escenario en el que se prevé que no habrá cambios significativos en la conducción de la política económica en la próxima administración. Este pronóstico se fundamenta en los resultados de las encuestas a lo largo del proceso electoral.
Históricamente, el peso mexicano ha mostrado una respuesta leve ante las elecciones locales, pero ha sido particularmente sensible a los resultados en Estados Unidos. Por ejemplo, tras la victoria de Donald Trump en 2016, el peso se depreció en más de un 13%, mientras que en las elecciones presidenciales de 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador resultó electo, la depreciación fue apenas del 0.91%.
El diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos también influye en el comportamiento del peso. Por lo general, la tasa de interés en Estados Unidos es más alta que en México, lo que atrae a inversionistas hacia el país vecino y aumenta la oferta de dólares, estabilizando así el tipo de cambio a favor del peso.
A pesar de algunos desafíos internos durante el sexenio de López Obrador, como la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) y la pandemia por COVID-19, el peso ha experimentado una apreciación del 15.26% en los últimos meses del mandato. Además, el peso mexicano se ha posicionado como la moneda emergente más fuerte frente al dólar este año.
Las elecciones en Estados Unidos generan incertidumbre y volatilidad en los mercados financieros, lo que puede repercutir en el peso mexicano. La relación entre ambos países, las políticas económicas y las expectativas de los inversionistas son factores clave que influyen en esta dinámica.