Por Michelle Campoy
En la mitología Griega existe un personaje con características muy particulares, Hermes, el Dios mensajero (o traductor) llevaba mensajes de los Dioses a los mortales. Hermes tenía otras cualidades además de ser el mensajero oficial, por ejemplo se cree que su dominio en la retórica y la interpretación servía de justificación para que sus creyentes le rindieran culto.
La historia de Hermes, el hijo del Dios Zeus y la ninfa Maia trascendió tanto que hoy en día aún permanecen corrientes ideológicas (y metodológicas) en su honor; la hermenéutica según la enciclopedia Herder es:
“Del griego ἑρμηνεια, hermeneia, traducción, explicación, expresión o interpretación que permite la comprensión. En general significa, pues, el arte de la interpretación de un texto, es decir, la posibilidad de referir un signo a su designado para adquirir la comprensión”.
Pero la Hermenéutica es mucho más que una simple interpretación textual, Dilthey un filósofo del siglo XIX, reflexiona, desde mi opinión, una definición más integral: “El fundamento metódico de la hermenéutica: Experiencia, Expresión y Comprensión. La base de la hermenéutica no está en la explicación sino en la comprensión”. (Dilthey 1951).
Una vez explicado el sentido de la palabra “hermeneuta” y su relación intrínseca con el discurso, la palabra y la historia, pasemos al punto central; Desde hace una década ¿Quiénes son los hermeneutas más influyentes en México? A mi juicio, los políticos.
En la tabla que se muestra a continuación podemos observar que desde el 2012 se ha mantenido el mismo ritmo en cuanto a participación ciudadana en México, como ya lo analizamos en otro artículo (El efecto avestruz) publicado en este mismo portal, los jóvenes son el sector social con una participación política oscilatoria y difícil de convencer, lo que no ha impedido que miles de ellos salgan a votar. Esta “resistencia juvenil” es la que ha inspirado a que actores políticos se interesen en adquirir herramientas interpretativas (analistas sociales, analistas políticos, censos por tierra, cómputos virtuales, coloquios públicos y en universidades, participación en redes sociales etc.)
El análisis político sobre las tribus sociales son el intento persistente de comprender qué quieren los mexicanos y cómo se les puede convencer de que ellos son la mejor opción en las elecciones por venir. Pero los análisis sociales no terminan con las elecciones, sino todo lo contrario, “el que controla los datos, controla el mundo” escribió Yuval Noah en Homo Deus.
Sin embargo, un dato es valioso sólo cuando la interpretación de ellos se mezcla con el objetivo, tal es el caso de la ex candidata a la presidencia por México, Xóchitl Gálvez. Ella (y su equipo de trabajo) es el claro ejemplo de una mala interpretación sobre la pobreza. ¿Desde qué altura se involucraron con la clase baja? ¿Y Por qué el mayor número de votantes que consiguió Xóchitl Gálvez no coincide con el discurso que mantuvo durante su campaña?
“Mecanismos lógicos, políticas públicas, protocolos, marcos normativos, leyes jurídicas son vías ficticias que la modernidad crea para acceder al otro, son una simulación respecto al acceso al otro. Al otro no se le conoce bajo la lógica de las ciencias naturales, es decir, no se le puede clasificar en taxonomías o en conceptos vacíos. El conocimiento del otro es comprensivo y no explicativo. En esta comprensión el otro se da como misterio, acertijo, metáfora”. (Sandoval 2020)
Y más concretamente: “(…) las elecciones tienen siempre que ver con los sentimientos humanos, no con la racionalidad humana” (Yuval 2018)
Para responder a la pregunta antes planteada sobre el lugar desde dónde se interpretó a la pobreza, seguramente (y los datos lo señalan) desde sitios privilegiados, con sesgos clasistas, con plagios discursivos, sin involucramiento fraterno, con la omisión de datos blandos y la subestimación del fenómeno de la fe.
Las derrotas siempre nos hablan de interpretaciones superficiales, en un mundo lleno de signos y símbolos “ir a las cosas mismas” marca la diferencia.