por Edgar Adair Espinoza Robles
El pasado 2 de junio, el movimiento obradorista alcanzó una victoria electoral que superó, por casi 6 millones de votos, a la obtenida en 2018. Esta vez, no se puede hablar de un “voto de castigo y hartazgo” contra la oposición como venían manejando los comentócratas que no entienden que no entienden, sino de un respaldo decidido a un proyecto político que está en marcha y que ha dado resultados.
Si bien, Claudia Sheinbaum fue una candidata formidable, la elección se transformó en un referéndum sobre el presidente Andrés Manuel López Obrador. La figura de AMLO dominó el panorama electoral, y la población votó con confianza en su proyecto y visión para el país. Las elecciones locales y regionales quedaron en un segundo plano (aunque todos los candidatos de MORENA fueron beneficiarios en mayor o menor medida de la popularidad presidencial). La oposición, al no comprender el fenómeno político que enfrentaba, repitió errores del pasado y no logró ofrecer una alternativa viable a los electores.
Para entender la estrategia comunicacional de AMLO, es útil recurrir a la teoría de hegemonía cultural de Antonio Gramsci. Este filósofo y político italiano del siglo XX sostenía que la clase dominante mantiene el control no solo a través de la coerción, sino mediante la creación de una cultura que refuerce su autoridad y valores. AMLO adoptó una estrategia comunicacional que parece inspirada en este principio. A través de sus conferencias matutinas, conocidas como “las mañaneras”, ha creado un espacio donde se dirige directamente al pueblo, sin intermediarios. Este formato le permite no solo informar, sino también interpretar la realidad y establecer el marco de la discusión pública. Al monopolizar la narrativa, AMLO se posiciona como la principal fuente de información y como el líder que entiende y responde a las necesidades del pueblo.
Gramsci también destacaba la importancia de construir una contrahegemonía por parte de los grupos subalternos. AMLO ha utilizado esta idea presentándose como el representante del pueblo frente a “la mafia del poder”. Esto ayudó a construir un discurso a partir de los sentimientos mayoritarios, esto es, la dicotomía entre el pueblo, frente a las élites corruptas y opresoras del PRIAN. De este modo, López Obrador se alineó con los intereses populares y deslegitimó a sus oponentes.
Además, el concepto de “bloque histórico” de Gramsci, que se refiere a la alianza de diversas fuerzas sociales bajo una misma hegemonía, es relevante para entender la coalición política y social que AMLO ha construido. Morena, agrupa a diversas corrientes de izquierda, movimientos sociales y sectores descontentos con el status quo. A través de un discurso emocional y que hace un llamado a la transformación nacional, ha logrado unir a estos diversos actores bajo el humanismo mexicano.
La victoria del obradorismo reafirma el apoyo popular a un proyecto de gobierno que ha mejorado la calidad de vida de la gente y se nutre del fracaso ético, político e ideológico de la oposición.
México no está polarizado, hay un consenso firme en torno Claudia Sheinbaum Pardo como la figura que sucederá a López Obrador.
El triunfo electoral del domingo 02 de junio, particularmente, su contundencia redefine el paisaje político del país, el Plan C se cumplió en la cámara de diputados y está al alcance de un acuerdo en el Senado, lo que establece de ya una nueva hegemonía, capaz de atender el mandato en las urnas: háganse los cambios que sean necesarios para construir el bienestar.
Una de las razones primordiales del triunfo del obradorismo es la percepción de mejora en la calidad de vida entre la mayoría de los mexicanos, 5 millones salieron de la pobreza, 28 millones son beneficiarios de programas sociales, se eliminó el outsourcing, la pobreza por ingresos se redujo en un 6.4%, control de la inflación, baja en el desempleo y subempleo entre otros. Estas mejoras tangibles en la vida cotidiana de los ciudadanos han cimentado el apoyo a Morena ¿Por qué habría de cambiar si se está mejor que con los de antes?
Habiendo un consenso amplio en torno al proyecto la cuarta transformación, no hubo sorpresas, solo sorprendidos en el lado del Frente por tan abrumadora derrota, que no esperaban que Claudia Sheinbaum obtuviera el apoyo de hombres y mujeres, jóvenes y mayores, y de todas las clases sociales. La victoria de Sheinbaum demostró la consolidación de una nueva hegemonía política que camina a la construcción de un piso parejo de bienestar, que significa más programas sociales y la protección de los actuales en la constitución.
Nota: Sinaloa ocupó la 10ma posición nacional en porcentaje de votación para Claudia Sheinbaum con un 65.59% de los votos y fue el 2do lugar de las entidades federativas de la zona norte del país. El morenismo en Sinaloa está echando raíz.