Por Redacción / Mesa Reservada
Ginebra, 3 de abril de 2025.
La revolución de la inteligencia artificial (IA) ya no es una predicción futurista, sino una realidad con efectos profundos y tangibles en el mundo del trabajo. Así lo advirtió la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en su más reciente informe titulado “La inteligencia artificial y el futuro del trabajo”, en el que alerta que alrededor del 40% de los empleos en el mundo podrían verse transformados o sustituidos por la IA, con riesgos particularmente altos en las economías más desarrolladas.
Empleos en riesgo, pero también oportunidades
El documento sostiene que si bien la IA, especialmente en su variante generativa (como los chatbots y herramientas de creación automática de contenidos), promete aumentos significativos en la productividad, también genera el riesgo de automatización masiva de tareas cognitivas, hasta ahora exclusivas del ser humano.
En los países desarrollados, se estima que más del 50% de los empleos tienen algún grado de exposición a la automatización basada en IA, dado que muchas de sus industrias dependen de trabajo administrativo, contable, legal o de análisis de datos, áreas que ya están siendo transformadas por la tecnología.
En contraste, en los países en desarrollo el porcentaje de trabajos en riesgo es menor, debido a que muchas ocupaciones aún dependen de habilidades manuales o presenciales. Sin embargo, la UNCTAD advierte que esto no representa necesariamente una ventaja, ya que estas economías podrían quedar rezagadas en la adopción tecnológica y ver deteriorada su competitividad basada en mano de obra barata.
“La inteligencia artificial no es ni buena ni mala por sí misma. Lo determinante será el tipo de políticas públicas que adopten los países para distribuir sus beneficios y mitigar sus riesgos”, declaró Rebeca Grynspan, secretaria general de la UNCTAD.
Impactos desiguales: el capital gana más que el trabajo
El informe pone especial atención en un riesgo estructural: que la IA amplíe la desigualdad existente entre quienes tienen acceso a tecnología, capital y educación, y aquellos sectores marginados del proceso de transformación digital.
“En muchas industrias, los beneficios de la automatización tienden a concentrarse en las empresas y propietarios de capital, mientras que los trabajadores enfrentan salarios estancados, pérdida de empleo o precarización”, advierte el texto.
Este fenómeno puede acentuarse en sectores donde los modelos de IA reemplazan servicios enteros, como call centers, diseño gráfico, producción de contenido, asesoría legal básica o incluso diagnósticos médicos preliminares.
¿Qué debe hacerse? Una llamada urgente a la acción global
La UNCTAD propone un enfoque proactivo por parte de los gobiernos del mundo. Entre las principales recomendaciones del organismo destacan:
- Establecer marcos regulatorios globales para el desarrollo y uso de la IA, con base en principios éticos, de justicia y derechos humanos.
- Invertir en educación y capacitación digital, especialmente en países de ingresos bajos y medios, para preparar a las nuevas generaciones para los empleos del futuro.
- Fomentar políticas laborales de transición justa, como seguros de desempleo, reconversión profesional y nuevos sistemas de protección social adaptados a la era digital.
- Apoyar a las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) para que puedan acceder a las tecnologías de IA, evitando que la concentración tecnológica quede en manos de unos pocos gigantes.
América Latina y México: un reto y una oportunidad
En el caso de América Latina, la adopción de IA todavía es incipiente, pero su avance será inevitable. Países como México, Brasil, Chile y Colombia han comenzado a explorar su uso en sectores como manufactura, salud, justicia y servicios públicos. Sin embargo, la región carece de una estrategia unificada para abordar los efectos sociales y laborales de esta transformación.
En México, académicos como José Ramón López Portillo y María Elena Estavillo han advertido que la IA podría impactar hasta 10 millones de empleos en la próxima década, por lo que instan al Estado a adoptar una política nacional de inteligencia artificial con enfoque social y participativo.
Una encrucijada histórica
El informe de la ONU es claro: la inteligencia artificial no será una ola que pase, sino una nueva marea permanente que redefinirá cómo trabajamos, qué producimos y cómo se distribuyen los frutos del progreso. Frente a esta realidad, el mundo se encuentra en una encrucijada: o se construye un modelo de desarrollo justo y sostenible en la era digital, o se amplían las brechas sociales y económicas que hoy ya afectan a millones.
“La tecnología puede ser una aliada poderosa del desarrollo humano, pero solo si el centro de la transformación siguen siendo las personas”, concluyó Grynspan.