Por Edgar Espinoza
Las palabras de AMLO frente a la Casa Blanca son el más claro ejemplo del porqué la oposición reaccionaria decía sentir pena y terror de que él saliera del país.
En el fondo sentían una profunda rabia y vergüenza porque ni en sus más locos sueños podrían aspirar, en política exterior, a construirse esa percepción internacional frente a otros líderes, sí, ese político tropical al que tanto desprecian porque no habla Inglés, no estudió en una escuela privada y no nació millonario, es superior a ellos.
López Obrador se paró ante Trump y dio clases de democracia e historia, habló de los migrantes y su valiosa aportación al desarrollo americano, de la relación fundamental entre ambos países, sus figuras, agravios y esbozó un futuro de colaboración, terminando con Vivas a México.
El audaz López Obrador, es un presidente de símbolos, decido a destruir por completo al viejo régimen. Mandó un símbolo muy poderoso afuera y adentro: México no es el mismo ni volverá a serlo ni será gobernado como antes.
Sus opositores trabaron la quijada, Donald Trump fue claro con los empresarios, es el mejor Presidente que han tenido. Confianza y respaldo a su gestión, incluido el cambio prometido, es honesto y un gran negociador dijo un mesurado Trump.
Ahora los entiendo, eso era lo que tanto temían. Tan mezquinos, racistas y clasistas.
No volverán, no tienen manera. El “kakas” como le dicen con frustración y odio, bueno, caca los hizo.