La guerra de las encuestas en la elección interna de morena

Por Erick Calderón

Sin duda, las tensiones al interior de Morena han ido en aumento en las últimas semanas, y esto no debería de sorprender a nadie, ya que el día para elegir al coordinador de defensa de la cuarta transformación, está cada vez más cerca, y lo que está en juego es nada más y nada menos que la sucesión presidencial y el futuro político e ideológico de este movimiento.

Estas tensiones surgen debido a una compleja combinación de factores, pero todos parecen converger en un punto en particular: la ventaja aparentemente insuperable que Claudia Sheinbaum ostenta sobre sus contendientes en casi todas las encuestas.

En ese sentido, lo que resulta realmente intrigante no es simplemente el hecho de que Claudia lidera las preferencias, sino que surgen al menos tres interrogantes cruciales: ¿Quién declara su ventaja?, ¿En qué datos se basa esta afirmación de liderazgo?, y ¿Por qué, en caso de ser cierto que está a la cabeza, su ventaja es tan abrumadora?

Inicialmente, este malestar parecía ser una preocupación exclusiva del ex-canciller Marcelo Ebrard; sin embargo, en la reciente reunión destinada a elegir las casas encuestadoras que definirían el proceso, no se logró alcanzar un consenso unánime. La representante de Marcelo, Malú Micher, no firmó el acuerdo, mientras que los representantes de Monreal y Adán Augusto accedieron a firmar respectivamente, pero con reservas.

Esta discrepancia sugiere que la jugada de Ebrard en días pasados, de denunciar a Claudia Sheinbaum por el uso indebido de recursos públicos, ha tenido el efecto deseado, al menos en el sentido de que Monreal y Adán también expresaron su preocupación ante lo que consideraron un abuso evidente. Principalmente, se han hecho referencias y acusaciones al uso de recursos públicos, al favoritismo de algunas casas encuestadoras que han tenido sobre la ex-regente y acarreos en favor de Claudia Sheinbaum.

Estos elementos plantean preguntas legítimas sobre la transparencia y equidad del proceso de selección del candidato presidencial de Morena para el 2024. En un momento crucial de la historia política de México, es esencial abordar estas cuestiones y garantizar que la elección refleje verdaderamente la voluntad del pueblo y no esté influida por intereses individuales o partidistas.

No obstante, también cabe preguntarnos si estas sospechas están basadas en una genuina preocupación por la justicia y la equidad, o si acaso reflejan la ansiedad de aquellos que se ven superados por la avasalladora popularidad de la ex Jefa de Gobierno. En cualquier caso, el proceso de selección del candidato presidencial de Morena para 2024 se ha teñido de polémica, sometiendo a prueba no solo la fortaleza del partido, sino también su compromiso con la transparencia y la autenticidad democrática.

En este contexto, quizás la clave para resolver esta situación radica en un análisis riguroso de las casas encuestadoras involucradas en este proceso en concreto. Es decir, se trata de determinar si estas casas cumplen con los requisitos previamente establecidos por la comisión de encuestas del partido, pero al parecer fue precisamente en esta línea que los representantes de tres de los aspirantes decidieron elevar el tono de su protesta, ya que parece que dos de las encuestadoras seleccionadas por el partido no cumplen con las características requeridas.

Sin embargo, quizás el análisis no debería limitarse únicamente a las encuestas seleccionadas, sino extenderse al conjunto de encuestas disponibles en línea. Entre estas encuestas, hay una realidad más variopinta donde en al menos tres de ellas, por ejemplo, Marcelo Ebrard se encuentra en la posición principal. Además, en otro par, se observan variaciones significativas, como Adán Augusto en segundo lugar (o también en primero), Noroña en tercero, e incluso una notable disminución en el porcentaje de Claudia Sheinbaum.

Las numerosas variaciones, algunas de manera drástica, plantean una pregunta latente en todos: ¿cuáles de estas variaciones son las más confiables y en qué fundamentamos esa confianza? La respuesta, sin duda, yace en la realidad misma. En otras palabras, la mejor forma de discernir es analizar qué encuestas se han aproximado más a la realidad pronosticada. Aquellas que han envejecido bien y cuyas proyecciones, especialmente en términos de votos, han coincidido más fielmente con los resultados reales, estas son las que sin duda deberían erigirse como las fuentes más sólidas de comparación.

Tomemos el ejemplo del Estado de México, donde ciertas casas encuestadoras  otorgaban una ventaja de hasta un 20% a la actual gobernadora electa, Delfina Gómez. No obstante, la realidad demostró que su victoria fue por poco más del 8%. Este caso muestra cambios significativas en las proyecciones con respecto a la realidad obtenida. ¿Por qué, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, las encuestadoras erraron en sus estimaciones, algunas hasta por más de dos dígitos?. Es fundamental reflexionar sobre esta recurrente imprecisión en las predicciones y comprender qué subyace en estas desviaciones tan notables.

En este sentido, también es crucial considerar la existencia de al menos dos conjuntos de encuestas (hay más) que arrojan realidades claramente distintas en relación a la elección interna de Morena. Por un lado, están aquellas que otorgan a Claudia una ventaja también de dos dígitos (incluso llegando también a un abrumador 20%), mientras que por otro lado, existen aquellas que respaldan con mayor fuerza las cifras del canciller, situando la ventaja en un rango de entre 10 y 6 puntos porcentuales respectivamente. Otras, como se mencionó anteriormente, dan una ventaja muy estrecha o incluso el gane al ex-canciller.

Aquí surge una pregunta importante: ¿Será posible que hayan quedado seleccionadas por el comité de encuestas ciertas casas encuestadoras que inflen excesivamente la ventaja de Sheinbaum y que no cumplen con los requisitos previamente planteados? La respuesta, aunque no se puede confirmar con certeza, parece inclinarse hacia el sí y tal vez sea esta selección estratégica la raíz de las posteriores declaraciones y la frustración manifestada por los aspirantes y sus representantes. Tan es así que Monreal llamó a la claridad y Claudia Sheinbaum tuvo que hacer un llamado a la unidad en un video.

En este contexto, la narrativa que presenta Marcelo Ebrard cobra relevancia ya que sugiere que las encuestas no reflejan con precisión la realidad. Es como si el ex-canciller sostuviera que aún, contra la mayoría de los pronósticos, en realidad se encuentra en una posición competitiva, que su potencial no ha menguado y que, en efecto, estamos presenciando un empate técnico que las encuestas no logran capturar plenamente de manera malintencionada.

Algunos han interpretado estas afirmaciones como una posible señal de que Marcelo Ebrard está considerando abandonar las filas de MORENA, o incluso que esté buscando socavar el movimiento desde adentro. Sin embargo, tales conclusiones podrían ser producto de malas interpretaciones o incluso de intenciones maliciosas. Es altamente improbable que el ex-canciller tome la decisión de abandonar el partido debido a una tercera opción que carece de oportunidades reales. La sugerencia del aspirante Gerardo Fernández Noroña de que Ebrard podría unirse a Movimiento Ciudadano parece carecer de fundamentos sólidos y posiblemente solo provenga de rumores infundados o del intento de meter presión al ex-canciller que ha venido subiendo bastante el tono de la confrontación interna.

Sin embargo, en lugar de un simple descontento, esta postura parece funcionar como una enérgica llamada de atención dirigida al partido. Se exige que el favoritismo, tanto en acciones como en omisiones, sea desterrado y que se juegue con total transparencia. En esta perspectiva, es difícil imaginar a Marcelo Ebrard rechazando la coordinación de los senadores de Morena para optar por una candidatura que enfrenta pronósticos en contra, especialmente en un partido que no tiene presencia a nivel nacional. Hay muchas críticas que se pueden lanzar al ex-canciller, pero considerarlo un suicida político no es una de ellas.

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