Recientemente, el presidente Andrés Manuel presentó en su paquete de reformas la prohibición de producción, distribución y enajenación de vapeadores y cigarros electrónicos.
Sin embargo, para activistas de ‘’Nicotina y reducción de riesgos’’, a favor de los vapeadores, esto fue tomado como represión.
El presidente presentó la reforma con los válidos argumentos de los grandes daños nocivos que tienen estos aparatos para la salud.
Personalmente creo que no cualquiera se toma la molestia de crear este tipo de reformas, pudiendo ver por otros intereses, y quizá intereses más personales como lo han hecho presidentes y distintos mandatarios anteriores.
Sin embargo, los activistas, en su sentimiento de represión, comentaron que su prohibición haría que conseguir este tipo de aparatos nocivos para la salud sea muy difícil, sin embargo, no descartan la idea de probablemente tener que conseguirlos con el crimen organizado.
Tal parece que no importa si el presidente trata de salvaguardar nuestra salud, si prohíbe nuestras adicciones y lo que nos daña, el que está mal es el presidente, no nosotros.