Apenas hoy comenzaba a vislumbrarse justicia para Gael y Alexander, niños de 9 y 12 años asesinados en el sector Los Ángeles, con la detención de dos personas por parte de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, cuando la ciudad recibió otra noticia desgarradora: Dana, una niña de 12 años, murió en las calles de Culiacán.
Dana viajaba con su familia por el bulevar Agricultores cuando fue gravemente herida. Fue trasladada de inmediato a un hospital privado, pero lamentablemente nada pudieron hacer para salvarle la vida.
En Culiacán, niños y niñas ya no se sienten seguros, pese a los esfuerzos de las corporaciones policiales por recuperar la paz y la tranquilidad.
La muerte de Gael y Alexander conmocionó profundamente a la sociedad. Aunque algunos políticos intentaron sacar provecho de la tragedia, la respuesta ciudadana dejó claro que Culiacán aún siente como propias las pérdidas de sus hijos más pequeños. Ojalá la muerte de Dana también haga llorar a Sinaloa, como lo hicieron ellos.
Hoy, en la escuela primaria Sócrates —donde estudiaban Gael y Alexander—, la comunidad educativa, encabezada por el director Víctor Aispuro, inauguró un aula de medios en su memoria. Un gesto hermoso, una forma de mantener viva la luz de esos dos pequeños que se apagaron demasiado pronto.
Pero ojalá no tengamos que seguir inaugurando espacios en memoria de niños asesinados. No es normal. No debería serlo nunca.
Sobre el caso de Dana, el Gobierno del Estado emitió un comunicado la tarde de ayer, asegurando que “el crimen no quedará impune”. Esperemos que así sea.