CdMX — A través de su editorial “Desde la Fe”, la Iglesia Católica en México, encabezada por el Episcopado Mexicano, alzó la voz ante el trágico asesinato de los niños Gael y Alexander, junto a su padre, en Culiacán, Sinaloa. Este hecho, que ha conmocionado al país, refleja la deshumanización extrema que prevalece en los actos de la delincuencia.
Según las primeras investigaciones, los niños y su padre fueron víctimas de un intento de robo de vehículo que derivó en una tragedia. En su pronunciamiento, la Iglesia destaca la indignación ciudadana ante estos crímenes, señalando que, aunque antes la sorpresa era ocasionada por las cifras de violencia, ahora el país avanza hacia la insensibilidad, donde incluso los menores son víctimas de una creciente inseguridad.
La Iglesia Católica resalta que los niños representan “la mayor riqueza de la humanidad”, calificándolos como un “tesoro alegre” que merece ser protegido con entornos seguros. Asimismo, subraya la necesidad de ofrecerles espacios que les permitan vivir con esperanza y desarrollar su infancia en paz, lejos de los actos criminales que mutilan sus vidas y sueños.
En un mensaje contundente, el Episcopado Mexicano llamó a las autoridades a garantizar condiciones de seguridad que protejan a los menores. Urgió la creación de entornos seguros donde puedan jugar, aprender y convivir, sin el riesgo de ser reclutados por el crimen organizado o víctimas de actos violentos.
Finalmente, la Iglesia también dirigió un mensaje a quienes han optado por la actividad criminal, exhortándolos a reflexionar sobre el daño irreparable que causan. Llamó a estos individuos a abandonar esa “ruta equivocada” y a reparar el sufrimiento generado a las víctimas, especialmente a los más vulnerables: los niños.
Una vieja historia, tensiones entre la Iglesia Católica y el la administración del Presidente López Obrador
Las tensiones entre la Iglesia Católica en México y el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fueron comunes durante el pasado mandato del tabasqueño, reflejando un choque de perspectivas en temas clave como la seguridad, la justicia social y las libertades religiosas.
Los líderes de la Iglesia manifestarón su descontento por las políticas del Gobierno Federal relacionadas con la estrategia de seguridad. La jerarquía eclesiástica señalarón que la violencia en el país, lejos de disminuir, alcanzó niveles alarmantes, afectando principalmente a comunidades vulnerables. En pronunciamientos como el editorial “Desde la Fe”, la Iglesia cuestionó la estrategia de “abrazos, no balazos” promovida por el presidente, considerándola insuficiente para enfrentar la magnitud del crimen organizado.
Por su parte, López Obrador respondió con críticas hacia ciertos sectores de la Iglesia, acusándolos de actuar con hipocresía y de no reconocer los avances de su administración en programas sociales y apoyo a los sectores más desfavorecidos. Además, AMLO ha señalado que algunos líderes religiosos han sido permisivos en el pasado frente a gobiernos neoliberales que, según él, desmantelaron el tejido social del país.
Otro punto de conflicto ha sido el papel de la Iglesia en el debate público sobre temas sociales. La jerarquía eclesiástica ha expresado su preocupación por temas como el avance de leyes relacionadas con el aborto, la eutanasia y los derechos de las comunidades LGBTQ+. Aunque no se opone al diálogo con el Gobierno, la Iglesia ha defendido su postura moral y ha solicitado un mayor respeto hacia sus valores en la formulación de políticas públicas.
A pesar de las fricciones, algunos analistas destacan que la relación entre la Iglesia y el presidente no ha sido completamente adversarial. En varias ocasiones, AMLO ha reconocido el trabajo de las organizaciones religiosas en temas como la ayuda a migrantes y el apoyo en comunidades marginadas. Sin embargo, la falta de acuerdos en temas fundamentales mantiene vigente la tensión entre ambos sectores.
Este escenario refleja la complejidad de las relaciones entre el Estado y las instituciones religiosas en un país que históricamente ha luchado por mantener un equilibrio entre la laicidad del Gobierno y la influencia de las iglesias en la vida pública.
