Por Edgar Adair Espinoza Robles
En la actualidad, la democracia se enfrenta a desafíos significativos en todo el mundo. La desafección política, la falta de representación equitativa y la desconexión entre los ciudadanos y sus líderes son solo algunos de los problemas que aquejan a nuestras sociedades. Sin embargo, hay un recurso subutilizado que puede revitalizar y fortalecer nuestras instituciones democráticas: la participación activa de los jóvenes y las mujeres en cargos de elección popular.
En primer lugar, es fundamental reconocer que los jóvenes y las mujeres representan una parte significativa de la población, pero históricamente han estado poco representados en la política. Esta falta de representación no solo es injusta, sino que también tiene consecuencias negativas para la salud de nuestra democracia. Al no tener una voz significativa en el proceso político, se corre el riesgo de que las políticas y decisiones no reflejen adecuadamente las necesidades y preocupaciones de estos grupos. Alentar su participación activa en cargos de elección popular es un paso crucial para corregir esta disparidad y garantizar que la democracia sea verdaderamente inclusiva y representativa. De ahí, que tengamos la paridad de genero como obligación para que los partidos postulen al menos el 50% de los cargos de elección a las mujeres.
Además, la participación de jóvenes y mujeres en la política no solo es una cuestión de justicia social, sino también de pragmatismo político. Estos grupos demográficos aportan perspectivas únicas y experiencias diversas que enriquecen el debate público y la toma de decisiones, representan a la absoluta mayoría del electorado. Los jóvenes, en particular, a menudo tienen una visión fresca y creativa de los problemas sociales y políticos, así como un mayor sentido de urgencia para abordarlos. Por otro lado, las mujeres suelen tener una sensibilidad especial hacia cuestiones como la igualdad de género, la educación y la salud, que a menudo han sido descuidadas o subestimadas en la política tradicional.
Cuando se les da la oportunidad de ocupar cargos de elección popular, los jóvenes y las mujeres pueden actuar como agentes de cambio dentro de las instituciones democráticas. Pueden impulsar agendas progresistas, promover políticas inclusivas y abogar por la justicia social. Su presencia en el gobierno no solo refleja una mayor diversidad y representatividad, sino que también contribuye a la legitimidad y la eficacia de las decisiones políticas.
Además, alentar la participación de estos grupos no solo es una cuestión de principios, sino también de estrategia política a largo plazo. Las generaciones más jóvenes representan el futuro de nuestra sociedad y su compromiso con la política es fundamental para garantizar la continuidad y la vitalidad de nuestra democracia. Ignorar sus preocupaciones y desalentar su participación solo perpetuará la desconexión entre los ciudadanos y el gobierno, lo que a su vez socavará la legitimidad y la estabilidad de nuestras instituciones democráticas. Deberíamos ir planteando acciones afirmativas también para este sector en porcentajes que correspondan a su representatividad electoral.
Del mismo modo, empoderar a las mujeres en la política no solo es una cuestión de igualdad de derechos, sino también de promover un gobierno más inclusivo y efectivo, México tiene una década caminando firmemente en ese sentido, hay más mujeres que nunca en los espacios de representación y es prácticamente un hecho que este 2024 tendremos a la primer mujer presidente de México.
Numerosos estudios han demostrado que la diversidad de género en los órganos de toma de decisiones conduce a una mejor representación de los intereses de la población en general y a una toma de decisiones más informada y equilibrada. Al no aprovechar el talento y la experiencia de las mujeres, estamos perdiendo una oportunidad invaluable para fortalecer nuestra democracia y promover un desarrollo más justo y sostenible.
Bien por los lineamientos emitidos por el IEES que en Sinaloa obliga a todos los partidos a postular al menos 2 mujeres en los municipios con mayor población: Culiacán (33%), Mazatlán (17%), Ahome (16%) y Guasave (9%). Lo que de ya garantiza que gobernarán a más sinaloenses que nunca en la historia, solo para darnos una idea de lo importante de esta decisión, actualmente las mujeres gobiernan 7 municipios de 18 pero únicamente viven en ellos el 13% de la gente.
En honor a la verdad, al alentar su participación y empoderarlos para que ocupen roles de liderazgo en el gobierno, los espacios de representación y en general, en la sociedad, avanzamos hacía una cultura política progresista, que fortalece nuestras instituciones democráticas y ayuda a garantizar que se reflejen verdaderamente la diversidad y las aspiraciones de nuestra sociedad. Aquí, los reconocemos como los motores del cambio democrático que realmente son.