Contestación a escrito del Profe Cruz ¿Hacia dónde camina la historia?.
Desde una perspectiva marxista-leninista, el texto de González Astorga presenta un claro ejemplo de cómo las transformaciones en la base material de la sociedad determinan inevitablemente las condiciones de la superestructura social y cultural. El caso de Escuinapa ilustra vívidamente la lucha de clases y el proceso de descomposición social producto del capitalismo neoliberal.
En primer lugar, observamos cómo las relaciones de producción originales, basadas en un modelo cooperativista de pesca y extracción de sal, generaron una superestructura cultural específica. Los trabajadores, unidos por lazos de solidaridad de clase, crearon espacios de socialización (las esquinas, las banquetas de las cooperativas) donde se desarrollaba una conciencia colectiva, reflejada en los apodos y las narrativas compartidas. Esta forma de organización social representaba, aunque de manera incipiente, un modelo de resistencia al individualismo capitalista.
Sin embargo, la contradicción fundamental se revela en los años 90 con el desmantelamiento de las cooperativas, una clara manifestación de la fase neoliberal del capitalismo. Este proceso no fue casual ni aislado, sino parte de una estrategia sistemática de la clase dominante para atomizar y debilitar la organización de la clase trabajadora. Como señala el texto, “quienes perdieron fueron los dependientes de la producción de sal y la pesca”, evidenciando la lucha de clases en su expresión más concreta.
La alienación resultante se manifiesta en múltiples niveles. Los trabajadores no solo fueron despojados de sus medios de producción, sino también de sus formas tradicionales de organización y resistencia. El intento de convertir Escuinapa en un destino turístico (CIP) representa la típica estrategia del capital por mercantilizar todos los aspectos de la vida social, transformando el valor de uso en valor de cambio.
Particularmente reveladora es la crítica a la educación histórica actual. La eliminación del libro de historia y su sustitución por un modelo individualista refleja la estrategia ideológica del capital por destruir la conciencia de clase. Como señalaba Lenin, sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario, y sin comprensión histórica, la clase trabajadora queda desarmada ante la explotación capitalista.
El proyecto “Memoria Escuinapense” puede interpretarse como un intento de resistencia cultural, pero sus limitaciones son evidentes desde una perspectiva marxista-leninista. Si bien preserva la memoria colectiva, carece de una orientación hacia la praxis revolucionaria. Como señalaba Marx en sus Tesis sobre Feuerbach, no basta con interpretar el mundo, lo fundamental es transformarlo.
La situación actual de Escuinapa ejemplifica claramente las contradicciones del capitalismo en su fase neoliberal: la destrucción de las formas tradicionales de producción, la proletarización forzada de las masas, y la consecuente descomposición del tejido social. El “Estado en modo avión” mencionado en el texto no es más que la expresión del Estado burgués en su función de administrador de los intereses del capital.
La solución, desde una perspectiva marxista-leninista, no puede limitarse a la preservación de la memoria o a reformas superficiales. Se requiere una transformación revolucionaria de las relaciones de producción, la recuperación de los medios de producción por parte de la clase trabajadora y la construcción de una nueva sociedad basada en principios socialistas. Solo así podrá superarse la contradicción fundamental que ha llevado a la destrucción del antiguo modo de vida de Escuinapa y a la alienación de sus trabajadores.
La historia, como señala el texto, debe ser un instrumento para anticipar el futuro, pero desde una perspectiva marxista-leninista, debe ser también una herramienta para la construcción consciente de ese futuro, basada en la comprensión científica de las contradicciones del capitalismo y en la necesidad histórica de su superación revolucionaria.