Por Joel Álvarez Borrego
“Sería ilógico que la conciencia de mi presencia en el mundo, no implicara en sí misma
la imposibilidad de mi ausencia en la construcción de mi propia existencia”.
Este pensamiento que nos legó el enorme educador brasileño Paulo Freire nos invita a reflexionar sobre el papel que estamos jugando como profesionales de la educación y como seres humanos que conformamos una sociedad.
Si estoy consciente de que existo en éste mundo, no puedo ni debo estar ausente no sólo en la construcción de mi vida, sino además colaborar en la construcción de la vida de los seres que nos rodean.
Freire, uno de mis preferidos, nos dice con vehemencia “el Maestro es necesariamente un militante político”. Su labor no debe inclinarse exclusivamente al interior de las cuatro paredes que posee una aula escolar, ni tampoco al área que ocupa el edificio escolar. Su labor debe trascender al ámbito social, debe verse convertido en un líder social en beneficio de los más necesitados.
Nos dice Freire, “ Su tarea exige un compromiso y una actitud en contra de las injusticias sociales”. Cómo no recordar el rol del maestro en la comunidad donde ofrecía sus servicios, convertido en un verdadero gestor cuyo fin era el mejoramiento de los seres sociales que la habitaban. “Se debe luchar contra el mundo que los más capaces organizan a su conveniencia y donde los menos capaces apenas sobreviven”.
Para ello, “ el Maestro debe convivir con una legítima rabia, con una justa ira, con una indignación necesaria, buscando transformaciones sociales”.
Recomiendo ampliamente la lectura de los textos de Paulo Freire. Considero que uno debe darse esa gran oportunidad. Se nos presentará un panorama más claro sobre la verdadera mística de un profesional de la educación.
Preguntémonos, Maestro combativo o Maestro pasivo.