Morena: el huevo de la serpiente o vuelta de tuerca

“¿Cómo se llamaban? ¿Qué os importa? ¿De dónde venían? Del lugar más próximo. ¿A dónde van? ¿Es que alguien sabe adónde va?” Diderot
Morena

Por el Profe Cruz González

¿Os acordáis cuando, con la insolencia acostumbrada, en los tiempos donde todo era optimismo, alegoría, triunfalismo y la culminación de la historia en una fusión de armonía de las contradicciones sociales en aras de Transformación?

De sobra se sabe que no os acordáis, porque si de algo se carece en los movimientos donde sus anhelos se ven representados por algún candidato simpático o partido a modo, es precisamente de memoria histórica.

No se pretende realizar un confesionario público, simplemente traer el pasado al presente, de donde se extrajeron retazos de señales que ya anunciaban la relación que mantendría el hoy partido en el poder, en campaña prometieron derogar aquello que lesionara los derechos de los trabajadores de la educación, incluso juzgar a Peña Nieto, el Licenciado, ya en la cúspide, nada de lo ofrecido cumplieron, salvo un discurso ajeno a la realidad que llaman la Nueva Escuela Mexicana.

El título fue alarmista, no faltaron los insultos, maldiciones, rompimientos, degradaciones, y el mote que años después se pondría de moda a quienes, con razón o sin ellas cuestionaban las formas y alcances de un proyecto que prolongaría el status de las clases pudientes de un país en bancarrota; el tiempo puso las cosas en su lugar.

No se trata de pedir cuentas, Dios nos libre de semejante ultraje, lo que deja en entredicho es la falta de autocrítica de quienes caminan con la bandera de la crítica, porque no se puede decir que confiaron ciegamente en un proyecto, no, veían en ese proyecto la oportunidad de catapultarse en los espacios públicos, no fue casual que los líderes y voceros de los movimientos de maestros en Sinaloa fueron, si no los principales, sí un brazo sólido en las compañas electorales a favor de quienes hoy fungen como Presidenta o Gobernador. Todavía esa autocrítica está soterrada, es más fácil señalar a los líderes sindicales, que aquí no ejercemos ningún tipo de defensa, cuando implícitamente realizan los mismos usos y costumbres políticas.

La respuesta del Gobierno Federal a los puntos de exigencias enmarcados por la CNTE; no cumplirá. Curioso, quienes aprovechan todo micrófono para hablar por los pobres, le niegan tajantemente solucionar legalmente aquellos imperativos que lesionan a los trabajadores, porque, habría que ser más que miserable no considerar a los docentes, pertenecientes a las clases populares donde existen carencias de todo tipo, y, donde el salario no ofrece posibilidades de una vida digna.

La elección ganada por Fox en el 2001 demostró en los hechos la permanencia del sistema más allá de los colores partidistas. Hubo un cambio, en efecto, pero sólo en quien gobierna, las políticas públicas, así como la economía política (quienes dirigen los medios de producción, inversiones y comercialización) quedaron intactas. Fox no rompió con el edificio priista construido décadas atrás a base de corrupción, saqueo y crimen; algo similar sucedió con Madero cuando llegó a la presidencia respaldado por un movimiento armado, sin tocar la estructura Porfirista, volcándose después contra aquellos que lo apoyaron siguiendo las proclamas del Plan de San Luis. Pareciera que la democracia mexicana es una jugarreta donde se simula el cambio sin tocar los intereses establecidos.

El otro punto de inflexión lo representó el triunfo de Amlo en el 2018; no fueron pocas las esperanzas depositadas en su nombre, pese a que su imagen se mantiene inmaculada en lo general, en la sociedad se ha agudizado su deterioro; el miedo al diferente es una constante que late en cada estado, región, municipio, pueblo, colonia, barrio, cuadra, vecino.

Si bien es cierto, Felipe Calderón desató la locura con su guerra contra el narco, con las secuelas de miles de desaparecidos y muertos, justificados como daños colaterales. Con Amlo el narco ha ganado amplios espacios territoriales, manteniéndolos bajo control, se ha borrado la línea divisora entre la vía institucional donde la ley regula la conducta social y el poder de facto de amplios espacios territoriales e institucionales; es la delincuencia organizada quien impone su ley, la ley del más fuerte sobre el resto de la ciudadanía.

Amlo puede decir que el peso se ha recuperado en relación con el dólar, que la violencia ha disminuido, que hay programas sociales alejando a los jóvenes del mal camino, seguridad para los adultos mayores, que el neoliberalismo es cosa del pasado según su decreto, ya no hay corrupción, la ciudadanía participa libremente en la elección de sus gobernantes.

Puede decir lo que sea, como sucede con Claudia Sheinbaum, lo omitido es que el país se le ha salido de las manos, la ingobernabilidad ronda por las calles y en la vida institucional donde aparenta la formalidad revestida de una burocracia parasitaria sólo fortalecida en las plataformas virtuales de la oficialidad.

La academia, el periodismo, escritores de gacetillas, tesis y artículos periodísticos, intelectuales que cobran por sus análisis de la realidad concreta desde un escritorio, es decir, alejados de los hechos, que dicen estudiar con el ceño fruncido. Todos, a su manera, hablan o escriben sobre el triunfo “arrasador” del pueblo en las lecciones del Poder Judicial, quienes aluden del fracaso de los comicios son la derecha que no reconoce los cambios históricos por los que pasa el país, hay una mujer que pone en entredicho el éxito del proceso, la periodista Carmen Aristegui.

Más allá de esta inclinación de los pensadores hacia un lado y otro, defienden, no una transformación de la realidad, sino un posicionamiento con respecto a un partido. Así, la realidad se vuelve una disputa de inclinación política, sea liberal, conservador, derecha, izquierda, el pasado, el presente.

Siendo así, las opiniones o análisis tienden más al fanatismo que a la comprensión del objeto a estudiar. Como se sabe, los fanatismos conducen a las peores atrocidades, vengan de donde vengan, algunos académicos llaman capacidad de gestionar el empatar sus ideas con los anhelos de la candidata o candidato, convirtiéndose en asesores, orientadores, ideólogos. Así venden sus análisis como si de la última coca-cola del desierto se tratase, máxime si presumen sus títulos de doctorado con una redacción que recuerda el Atalaya y no una investigación científica.

¿No fue Amlo quien se alió en Chiapas con los caciques que ordenaban reprimir a los indígenas y despojarlos de sus territorios?, ¿cómo el Güero Velázquez, exgobernador de esa entidad del sureste, proveniente de una familia de terratenientes, implementó una política de desprecio y confrontación hacia las comunidades, destruyendo zonas naturales para favorecer grandes consorcios opera a favor de Morena?, o el caso más cercano a nosotros, darle una embajada en España a Quirino Ordaz Coppel, exgobernador priista de Sinaloa, ¿a cuenta de facilitar la transición hacia Morena en Sinaloa?

A los funcionarios del viejo régimen se les premia el operar políticamente a favor del partido oficial; en cambio, la negativa de continuar las investigaciones de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, o tratar al represor de Atenco como el Licenciado Peña, quien profundizó la crisis social del país convirtiéndolo en una garaje de venta de los recursos naturales, de incluir en su gabinete a Alfonso Romo, otrora integrante de la mafia del poder, y un sinfín de ejemplos que denotan lo que hoy se presenta como un desdibujamiento de Morena, que le endilguen la culpa a Mario Delgado no significa que el resto de funcionarios no operó en función de los mismos intereses, ah, cuando no hay memoria los villanos suelen ser otras y otros, y los héroes también.

El desdibujamiento político ya venía presupuestado desde antes del triunfo en el 2018. No es que la derecha se haya quedado sin liderazgos, es que forma parte ahora de la izquierda oficial, juntos de la mano, mal gobiernan este país.

Con Fox hubo cambio sin ruptura; con Amlo transformación sin trastocar los intereses económicos en juego, Don Corleone Slim sigue acrecentando su riqueza en el neoliberalismo como en la 4T; Claudia desprecia al magisterio que lucha, como entonces Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto y Amlo; no escuchan al pueblo, sostienen medidas legales que atentan la economía de los grupos más golpeados por sus reformas estructurales. Parece que la característica del gobierno de la 4T es la contradicción; hablar por los pobres, gobernar para los ricos.

Desistieron las investigaciones de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, ignoran el titánico esfuerzo de las madres buscadores de sus desaparecidos, satanizan a las feministas por demandar respeto, fragmentan comunidades indígenas yoreme-mayo en Ohuira, Ahome, Sinaloa, simulan diálogo con CNTE para desgastarlos cuando se sabe que no modificarán la nefasta Ley del ISSSTE del 2007, impulsada por el otrora enemigo político Felipe Calderón Hinojosa.

Lo que se dibuja en el país, y no se dice, es el desarrollo de una guerra de distintos niveles y matices, pero guerras al fin y al cabo, y en esas guerras mucha responsabilidad tienen los gobiernos de los tres niveles; los muertos pertenecen a la clase trabajadora, la gente de abajo. Esta guerra especulativa y de despojo genera ganancias millonarias para las Afores, banqueros y empresas gestoras de activos, las llamadas firmas transnacionales en una red mundial de “administración“ de los recursos de los trabajadores bajo la complacencia y complicidad del Estado.

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