Por Ramón Lucas
La carencia de definiciones sobre el proyecto futuro de México y el partido que para ello se ocupa, finalmente hace trastabillar a Morena. Los grupos de poder, económicos, facticos y del viejo régimen, se apoderan de sus decisiones y expulsa a las masas y luchadores sociales que facilitaron su asunción al poder.
Esa debilidad está propiciando que los gobernadores impongan sus ambiciones por encima del proyecto originalmente diseñado, concentrado en el Proyecto Alternativo de Nación, esos personajes se constituyen como los nuevos caciques y desdeñan los principios de gobernar a favor de los pobres, desterrar la corrupción, mejorar la economía, la educación y la democracia participativa.
Hoy, después de concretar el destierro de la derecha prianista, se privilegia el reciclado de sus viciados cuadros, denunciados por sus prácticas de corrupción, abusos de poder y antidemocráticos.
Lejos de atender los viejos reclamos de sectores productivos, vapuleados y menospreciados por más de 30 años de políticas neoliberales, como el campesino, pesquero y ganaderos, los dejan a su suerte, sin esquemas de planeación incluyente, que genere orden y equidad a las desequilibradas cadenas de valor. La soberanía y seguridad alimentaria de México ha perdido al menos un 8 % al dar prioridad a la importación de alimentos y encarecer los precios al consumidor.
La seguridad en el país es un verdadero desorden, se menosprecio la capacidad de operación del crimen organizado y los gobiernos estatal y municipal son rebasados, coludido y sometidos por los criminales. Son múltiples y públicos los ejemplos de actos criminales donde la autoridad es omisa e incapaz de ofrecer un mínimo de protección y seguridad.
Necesario una profunda revisión y reflexión del papel del estado en manos de Morena en estas y otras materias.
