Por Joel Álvarez Borrego
Desde hace ya mucho tiempo he defendido la idea de que en todo lo que existe en el
mundo encontramos el uno y su contrario. Por esa razón en toda sociedad amplia o pequeña las cuales se conforman por células sociales denominadas familias necesariamente encontramos familias bien construidas con base en valores y principios y otras totalmente destruidas por la ausencia de estos mismos valores y principios.
Cuando se cuenta con familias sólidas es porque se han establecido propósitos sólidos que le dan sentido a su buen desarrollo social. Sucede todo lo contrario con las familias que carecen de lo antes dicho.
Aún en las familias sólidas, los enemigos acechan, las influencias del exterior pueden dañar las mentalidades.
Cuando se permite e incluso cuando uno mismo propicia en su hogar las influencias negativas como:
- Narcocorridos.
- Programas televisivos que invitan a la estupidez humana.
- Influencia de la moda que permite enseñar lo que no se debe, incluso en las niñas.
- Series donde se aprende a delinquir.
- Revistas no aptas para infantes y adolescentes.
- Bailes de perreo o reguetón
- Juguetes que invitan a la violencia.
- Exceso de alcohol.
- Operaciones que a corto, mediano o largo plazo dañan la salud.
- Tatuajes con base en químicos que dañan la salud.
- Lenguajes obscenos dichos por adultos y vistos como algo normal por la niñez y adolescencia.
- etc.
Estamos copiando lo negativo que existe en la sociedad convirtiéndonos en víctimas pero también en cómplices.
Hoy como sociedad sinaloense estamos padeciendo las consecuencias de lo que hemos callado por décadas. Los esfuerzos por encauzar a nuestros jóvenes hacia mejores metas se ha visto debilitado por las lacras morales que invaden las ciudades, sus calles y penetran a los hogares para deformar la mentalidad de hombres, mujeres, jóvenes, adolescentes y niños.
