Cruz Antonio González
“fascinó más fuertemente aun al presentarse como la respuesta, la solución, como la forma aparente de curación” Nietzsche
Se habla de un nuevo orden en el mundo, del neoliberalismo visto por el retrovisor el automóvil eléctrico de la modernidad, y, sin embargo, México se encuentra en la disyuntiva de hacia dónde dirigirse cuando, vuelve Trump y el país se estremece.
El anunciado nuevo orden pone en la palestra a tres países; China, Rusia y Estados Unidos de América. Por ubicación geográfica, tratados comerciales y cultura, México espera las medidas arancelarias y migratorias del nuevo presidente, que, se dice, viene recargado.
Las expectativas negativas al regreso de Trump, lo que más mueve a analistas y gobernantes (por ahí puede preguntarse maliciosamente si existe un vínculo por parte de los primeros en comunicar lo que dicen los segundos), no es la pobreza de millones de mexicanos ni la seguridad, trastocada por lo demonios desatados en Culiacán, sino el calificativo de terrorista de los grupos delictivos.
Ante este señalamiento, los nacionalistas de todo tipo sacan sus banderas tricolores, las consignas de la defensa de la soberanía, la verborrea discursiva del “respeto al derecho ajeno es la paz”, mientras el ala conservadora, como en los años de la Reforma, clamaban por un monarca extranjero para gobernar México.
En esta coyuntura mundial caracterizada por múltiples guerras contra la identidad, la cultura y soberanía de los falsos nacionalismos, el monstruo de la hidra capitalista con sus muchas cabezas, sigue enviando señales que su cetro es la guerra; la invasión de Rusia sobre Ucrania, los genocidios de Israel sobre suelo palestino, y la 4T sobre los territorios de los pueblos originarios.
En realidad, todo proyecto político es una afrenta contra los originarios, para los primeros en habitar lo que hoy llaman América, ningún proyecto de gobierno ha respetado sus usos y costumbres, y todo intento por ayudar lleva la perversidad de colonizar o eliminar; o eres como nosotros o no existes más.
La reconfiguración del geopolítica y economía en el mundo es la disputa de las potencias; se pasa de los tratados económicos o regiones económicas al nacionalismo de cartón. Mientras los poderosos pactan a “la paz” o llegan a acuerdos para “estabilizar” el desorden y caos reinante en el mundo, en México, el eco del nacionalismo estrena su segunda temporada por televisión nacional o cualquier dispositivo inteligente.
Es desde un micrófono al despuntar la mañana como se construye este nacionalismo que lleva como apellido Bienestar, como eco o resonancia de aquel primo hermano de apellido Solidaridad.
El nuevo nacionalismo tiene su patente, un discurso que desarma o confunde las muchas expresiones que hace siete años focalizaban en el Estado el ente de la violencia institucional y una corrupción galopante en nombre de la modernidad y la democracia.
Desde el 2018 a la fecha, con los matices favorables que los acólitos del gobierno en turno sueles repetir en todos sus espacios como correa de transmisión; la democracia ya no es la centralización de las decisiones, sino participativa, se es parte de la Transformación.
La política de la corrupción o corrupción de la política, eso es cosa del pasado, con el nuevo gobierno se han superado esas enfermedades del neoliberalismo. Basta despejar las telarañas de la narrativa del poder para toparnos con la cultura política que arrastró a millones a la pobreza.
Cuando al analizar la Grecia antigua, el filósofo Federico Nietzsche coloca a Sócrates como el símbolo de la decadencia griega, más de alguno quedó perplejo, ¿cómo, el filósofo?, ¿pero qué culpa tiene si sólo se dedicaba a pesar? Si se hace una analogía de la función de Sócrates para Grecia podemos decir lo mismo de la 4T para con México, pasemos revista.
En el libro “cómo se filosofa a martillazos” escribe: “Por todas partes se estaba se estaba extendiendo silenciosamente su mismo tipo de degeneración: la vieja Atenas se dirigía a su final. Y Sócrates comprendió que todos tenías necesidad de él”.
Para evitar ese final, Sócrates creó una salida, una sanación, es ahí donde entra en juego la racionalidad. Su grandeza está representada en su papel de salvador de la destrucción.
Más adelante el filósofo es más preciso, y nos ayudará a entender con giro analítico lo que sucede actualmente en México. Nos dice Nietzsche, con Sócrates “cambian la expresión de la decadencia, pero no la eliminan”, la decadencia se racionaliza, ¿de qué manera? Luchando contra los instintos, contra la naturaleza.
No pocos de los que hoy vanaglorian al gobierno de la 4T eran fieles adoradores del régimen anterior, en esta comedia personifican el mal menor, sin eliminar el mal. El gobierno de la Transformación, versión 2.0 o transexenal, no eliminó los usos y costumbres de una clase política en decadencia, le puso nuevo ropaje y nombre, además un lenguaje que despotricaba el pasado, despreciando el cordón umbilical que lo alimentó por años, y alimenta todavía.
La política como negocio familiar, intercambio de favores, concesiones, control territorial, el triunfo a costa sin importar los costos, es la perpetuidad de la política que “desprecia” el gobierno de Morena.
Como partido en el poder, Morena hace lo que Sócrates por Grecia, “cambian la expresión de la decadencia, pero no la eliminan”, ¿cambiar para no eliminar? En efecto, aquí entran en juego los programas sociales o asistencialistas. Estos programas maquillan la decadencia o la crisis de la política mexicana, la gente sabe que los compran con los programas, y, al igual que con el PRI, le regresan el “apoyo” con el voto en la siguiente elección.
No están eliminando la vieja política y el malestar que desata, contienen el enojo con los programas, así la forma de hacer política descrita anteriormente se perpetúa como «el eterno retorno».
El mal continúa, o si se prefiere la decadencia de un país que al interior la disputa por el poder sigue siendo la síntesis de la democracia y política modernas. No hay espacio para más, si a eso le agregamos la revitalización del modus operandi de los viejos sindicatos charros que, al recibir prebendas de los gobernantes, se cambian de playera en el entretiempo de cada proceso electoral.
Se fortalecen los cacicazgos, el corporativismo, el control político institucional, pero ahora bajo una nueva lógica, la del partido en el poder, así se construye la unidad de este nuevo nacionalismo que tiene la veracidad de la imitación de la arquitectura ancestral con material de cartón, yeso y lucecitas, para que la euforia se manifieste con imágenes en las redes sociales.
Y este nacionalismo el que intenta defenderse de las amenazas de Trump, del “peligro” de los migrantes de todos los colores, sobre todo si tienen piel oscura, porque atenta contra la integridad y la seguridad de los ciudadanos norteamericanos. La criminalización de los migrantes es uno de lo temas de la agenda gubernamental del nuevo huésped de la Casa Blanca, y desde luego la seguridad nacional, colocando a los grupos delictivos mexicanos como agentes terroristas.
El apelativo ha desatado distintas versiones, desde la defensa de la soberanía del oficialismo, hasta el eufórico festejo de los conservadores, pero entre la gente de a pie hay quienes ven en los gringos la responsabilidad de hacer lo que el gobierno mexicano no ha podido, es decir, está tan infiltrada la delincuencia organizada en las venas institucionales que es imposible que el gobierno se muerda así mismo, prueba de ello es Sinaloa, pero no sólo Sinaloa.
El gobierno de la 4T permitió el crecimiento descomunal de estos grupos delictivos, su estrategia de paz consistió en entregar pueblos enteros a merced de estas organizaciones criminales. Ante esta realidad, la incapacidad de proteger a la población ha desatado inconformidades que, con los años, pueda pagarse en los comicios.
Si Trump decide eliminar estos grupos, es porque la soberanía nacional no existe, lo presume sin aspavientos, tiene el descaro de hacer a un lado los tratados internacionales, las leyes, al gobierno “histórico” de México. Sin filtros del celular más sofisticado, deja a la vista de la mirada más miope lo que es un secreto a voces, shhhhh, no lo digan a nadie ni lo publiquen en Facebook; somos una colonia del vecino país del norte.
De la misma manera que Sócrates propuso la razón para la decadencia de la antigua Grecia, y, a su vez, se propuso el cristianismo para la decadencia del imperio romano, la 4T la lucha contra la corrupción para contrarrestar la política del régimen anterior, así también Donald Trump en la lucha global contra el terrorismo y la seguridad nacional, evita el fin de Estados Unidos como imperio, no soluciona su caída precipitada, la prolonga, llegará, como llegará para las otras expresiones que pretenden desde el discurso suplantar la realidad, o peor aún, creer que el discurso es la realidad.
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sin lugar a dudas como dice el novelista GIOVANNI TOMASI DE LAMPEDUSA ” Hay que cambiar todo para que todo continúe igual” en su obra EL GATOPARDO