Por Erick Calderon
La filosofía ha sufrido una dolorosa pérdida con el fallecimiento del eminente académico argentino-mexicano, Enrique Dussel, quien sin lugar a dudas, continuará viviendo a través de su profundo legado intelectual, pues a lo largo de su vida, inspiró a innumerables personas a desarrollar un pensamiento crítico y una resiliencia inquebrantable ante la adversidad.
En ese sentido, hoy podemos afirmar que la esencia de su pensamiento sigue siendo relevante en la exploración de fenómenos contemporáneos en campos tan diversos como la política, la ética, la teología y, por supuesto, en el ámbito de la filosofía latinoamericana y la filosofía de la liberación, en la que desempeñó un papel fundamental como uno de sus artífices.
Para comprender mejor su obra y su legado, es importante destacar la impresionante trayectoria académica de Dussel, quien obtuvo su licenciatura en filosofía en la Universidad Nacional del Cuyo en Mendoza, Argentina, en 1957. También se graduó en Estudios de la Religión en la Universidad de La Sorbona, París. Posteriormente, completó su doctorado en Historia y Filosofía en la misma universidad. Además de sus títulos académicos, Dussel fue reconocido con varios doctorados Honoris Causa por universidades de todo el mundo.
No obstante, Dussel ocupó un lugar especial en los corazones de los mexicanos, ya que gran parte de su distinguida carrera académica se desarrolló en México, país al cual llegó como refugiado político durante la dictadura argentina. Fue catedrático de filosofía política y ética en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de investigador del Departamento de Estudios Filosóficos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) e incluso tuvo la oportunidad de ser rector interino de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Dussel llegó en un momento en el que México fue un destino importante para exiliados políticos de América Latina en general, ya que el gobierno mexicano brindó refugio a muchas personas que huían de regímenes represivos en la región, por lo que encontró un hogar en México y continuó su carrera académica y su activismo desde ese país.
Asimismo, su experiencia como refugiado político influyó de manera determinante en su compromiso con cuestiones de justicia social y derechos humanos, lo que desempeñó un papel importante en su desarrollo como filósofo de la liberación. Dussel continuó trabajando en México durante muchos años y se convirtió en una figura influyente en la filosofía y la academia en América Latina y a nivel internacional, donde ha compartido ideas con filósofos como Habermas, Levinas y Adela Cortina, incorporando ideas de otros pensadores de su predilección, como lo fueron: Walter Benjamin, Martín Heidegger, Paulo Freire y Jean Paul Sartre, a quienes supo incorporar a su particular discurso.
Al adentrarnos un poco a sus ideas fundamentales, podemos encontrar principalmente su método filosófico de reflexión de fenómenos el cual se denomina como ‘analéctica’, modelo que desarrolló junto con otros filósofos como Juan Carlos Scanonne y Rodolfo Kusch. En esencia, este método se enfoca en ir más allá de la forma en que normalmente pensamos o razonamos sobre las cosas y la realidad.
Para entenderlo mejor, podemos dividir la palabra “analéctica” desde su raíz etimológica en dos partes: “anó” (que significa “más allá” en griego antiguo) y “loguizomai” (que significa “razonar”). Entonces, “analéctica” implica razonar más allá de lo que normalmente hacemos.
Este se distingue de la “dialéctica”, método más tradicional en el quehacer filosófico y que tiende a explorar cómo las cosas opuestas o diferentes se unen en un todo y se complementan, mientras que la analéctica se enfoca en ir más allá de esta unidad o ese ‘todo’ y enfrentarse a lo que es originalmente diferente. Es como si nos retara a pensar de una manera más amplia, y a veces, esto nos lleva a comprender algo que está más allá de nuestros intereses o comprensión previa.
Este enfoque combina dos formas de pensar previamente utilizadas en la filosofía: la “analogía” (que es como encontrar similitudes entre cosas) y la anteriormente mencionada “dialéctica” (que es como analizar las contradicciones o diferencias entre cosas). En resumen, la analéctica nos anima a ir más allá de nuestras formas de pensar habituales y a explorar lo que es genuinamente diferente.
Por otro lado, fue desde la perspectiva de la analéctica que Enrique Dussel desarrolló ideas fundamentales que influyeron en el latinoamericanismo, el decolonialismo epistémico, y la filosofía y la teología de la liberación. La analéctica, como un método de pensamiento que busca ir más allá de las categorías tradicionales, se convirtió en una herramienta poderosa para cuestionar y desafiar las estructuras de poder existentes, ya que Dussel aplicó esta metodología al contexto latinoamericano, donde la opresión, la colonización y la desigualdad históricamente han una constante.
Del mismo modo, a través de este método, Dussel contribuyó al desarrollo del latinoamericanismo al examinar críticamente las complejas interacciones entre América Latina y el mundo, destacando la necesidad de considerar las perspectivas de los marginados y oprimidos para construir un discurso más adecuado de la realidad. Además, la analéctica fue fundamental para su contribución al decolonialismo epistémico, que se enfoca en desafiar las narrativas eurocéntricas sobre las ciencias y las humanidades para así recuperar las voces y conocimientos indígenas y locales. Dussel abogó por la importancia de reconocer la diversidad de saberes y formas de conocimiento en América Latina.
También desempeñó un papel central en su trabajo en la filosofía y la teología de la liberación, al proporcionar una base para la reflexión crítica sobre la opresión y la búsqueda de justicia en un contexto latinoamericano marcado por desigualdades económicas y sociales. Dussel promovió la idea de que, a través de la analéctica, podemos ir más allá de las limitaciones impuestas por las ideologías hegemónicas y comprender mejor la necesidad de la liberación y la justicia social en América Latina y en otros lugares, por lo que este concepto se convirtió en un motor intelectual para abordar cuestiones de importancia vital en el contexto latinoamericano, como el desafío al eurocentrismo, la justicia social y la emancipación de los oprimidos.
En el trabajo de Dussel destaca sin duda este giro decolonial y la mención de la epistemología del sur, pues en general destacó por ser un crítico del pensamiento occidental y sus conceptos. Cuestionó cómo Occidente a menudo excluía a otros y los veía como objetos de estudio, etiquetándolos como ‘bárbaros’. Dussel escribía sus obras como una serie de tesis conectadas, estableciendo que la dominación tiene sus raíces en la forma en que pensamos, por ello que propuso una ruptura en la forma en la que lo hacemos, alejándonos del colonialismo, el machismo, el racismo y la exclusión, que están implicadas en gran parte de la filosofía occidental, para así acercarnos a perspectivas diferentes con una mente abierta y sin prejuicios. Su filosofía se centraba en la creación de un sistema de pensamiento desde la experiencia de la opresión, con el objetivo de ser liberador y, en última instancia, una práctica política emanada del oprimido.
La Filosofía de la Liberación aborda también problemas que la ontología tradicional no ha podido iluminar: la experiencia de quienes han sido marginados y silenciados o simplemente no mencionados. Partiendo de lo que a menudo se considera ‘no-ser’ o ‘nada’, desde la perspectiva de lo opaco, lo otro, la exterioridad y el excluido, esta filosofía se origina en el grito de los menos privilegiados que comúnmente no tienen cabida en la construcción de un discurso sobre la realidad. por ello que en la ‘Filosofía de la liberación’, describió esta doctrina como un intento de ser un proyecto que va más allá de las divisiones tradicionales, de ‘ser y nada’, ‘objeto y sujeto’, buscando una especie de ‘metamodernidad’, enriquecida de esa oscuridad ahora iluminada a través del discurso del oprimido. A esto le llamó ‘Filosofía de la periferia’, el cual es un discurso elaborado, fuera de la tradición filosófica predominante, que según Dussel, nace desde el privilegio y defiende la dominación, mientras que fuera de ese centro, sirve para lo contrario, es decir; liberar.
La filosofía surgida en las periferias está intrínsecamente ligada a la filosofía de la liberación. Por otro lado, la filosofía originada en los centros de poder a menudo se reduce a una ontología que establece la existencia de una identidad única: “El ser existe, el no-ser no existe”, lo que implica que todo lo que se encuentra fuera de los límites de esta identidad carece de existencia. Estos límites del ser a menudo coinciden con las fronteras de los estados imperialistas, y se llega a afirmar que “El ser llega hasta las fronteras de la helenicidad, o sea, la civilización según los clásicos occidentales (los griegos). Más allá, más allá del horizonte, está el no-ser, el bárbaro.” Sin embargo, el no ser, desde la perspectiva de Dussel, si existe, sólo no se le menciona.
Esta perspectiva pone de relieve cómo la filosofía tradicional tiende a excluir lo que se considera “diferente” o “exterior”, mientras que la filosofía de la periferia, como la de Dussel, se enfoca en liberar a aquellos que han sido marginados y excluidos por el discurso dominante y las dinámicas del poder. En este contexto, la filosofía de la liberación tiene un gran impacto en cómo vemos el mundo y en cómo entendemos la relación entre las cosas y las personas ya que al poder ver el mundo a través de los ojos de los menos privilegiados, encontramos una nueva forma de comprender la realidad. Por ello Dussel buscó llevar la filosofía a la acción, tratando de traducir el pensamiento en acciones concretas, al mismo tiempo que propuso una forma de pensar que va más allá del marxismo-leninismo (doctrina al cual lo emparentan buena parte de sus lectores) pues se basa en la perspectiva de quienes han sido oprimidos y buscan la liberación desde su perspectiva particular, ignorando el método histórico materialista que es al fin de cuenta, una construcción intelectual del occidente dominante.
En última instancia, la filosofía de la liberación tiene un contenido diverso y heterogéneo, pero se origina en concreto en el contexto de América Latina y otras regiones periféricas como una respuesta a la alienación de los imperios. Su objetivo central es cuestionar el impacto negativo del colonialismo, el imperialismo, la globalización, el racismo y el sexismo, centrándose en la experiencia específica de explotación en estas áreas, y al hacerlo, desafía directamente los discursos de la filosofía europea más tradicional. Además, destaca la importancia de crear una filosofía meramente latinoamericana en la lucha por la liberación del pensamiento eurocéntrico ya que esencialmente busca contraponerse a la filosofía que respalda la dominación y busca contribuir al proceso real y completo de liberación en América Latina.
Por ello que el legado de Enrique Dussel trasciende el tiempo y el espacio, y su influencia perdurará sin duda en generaciones futuras. En su memoria, recordemos y celebremos a un erudito cuyas ideas y enseñanzas han dejado una profunda huella en la filosofía y la lucha por la justicia social en América Latina y más allá. ¡Hasta siempre!.