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Enrique Inzunza: la lucha por la igualdad y la justicia, no estriba en reconocer a los iguales, sino en hacer iguales

En representación del gobernador Rubén Rocha Moya, el secretario General de Gobierno Enrique Inzunza Cázarez encabezó esta conmemoración, acompañado por el presidente de la Mesa Directiva del H. Congreso del Estado, Ricardo Madrid Pérez, el presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado Jesús Iván Chávez Rangel, el secretario del H. Ayuntamiento de Culiacán José Ernesto Peñuelas Castellanos, el comandante de la 9na Zona Militar Porfirio Fuentes Vélez, el 2/o comandante del 94/o Batallón de Infantería Pablo Francisco Reyes Barraza, el coordinador del 9/o Batallón de la Guardia Nacional David Vázquez Orozco y el representante de la Fuerza Aérea Militar Blas Tepalcapa Núñez.

En su intervención el Secretario General de Gobierno expuso a nombre del Gobierno de Sinaloa un emotivo mensaje que se resume en:

“La lección que nos dieron los constituyentes de 1917 no puede ser más clara, ni puede estar más vigente: que no debemos ceder ni un milímetro ante quienes pretenden obstaculizar o revertir el derecho de los mexicanos a un país más igualitario y justo; y que en momentos así, los deberes con la nación son de irrecusable cumplimiento’’.

Jara y Múgica, nos enseñaron que la constitución no es, y no puede ser, solo un pacto formal de derecho, sino un pacto sustancial de justicia, a través de la vigencia efectiva de los derechos sociales que amparan a los más desprotegidos.

Los constituyentes de Querétaro tenían detrás de sí la gran tradición liberal de los hombres de la reforma, los que fraguaron y realizaron, luego de la lucha de independencia, la segunda gran transformación de nuestro país, y desde ahí, subidos a hombros de esos patriotas que, en palabras de Antonio Caso, parecían gigantes: Ignacio Ramiréz, Guillermo Prieto, Melchor Ocampo, Francisco Zarco, Ignacio Manuel Altamirano y, por supuesto, nuestro egregio Juárez, dieron a México la primera constitución social del mundo.

Las ideas y la conducta ejemplar de aquellos hombres fueron modelo para los constituyentes de 1917, que junto con los próceres como Zapata, Madero y Pino Suárez, entre muchos otros, dieron a México su tercera transformación de la vida pública; y la de unos y otros, lo son para nosotros en la hora actual, que exige vocación auténticamente democrática, valor e inteligencia, para afianzar la andadura de nuestro país en esta lucha por una nación más justa e igualitaria: la cuarta transformación de México.

Sin embargo, durante el periodo de gobiernos neoliberales de nuestro país, gobernantes sin sensibilidad social, avenidos y en complicidad con intereses privados ajenos a la nación, fueron gradualmente minimizando el contenido protector de nuestra carta fundamental. Bajo esos gobiernos, emanados de dos partidos controlados por intereses de los conservadores y potentados, se introdujeron reformas a nuestra constitución para implantar políticas neoliberales y privatizadoras, que buscaron ofrecer como mercancías y artículos de mercado, derechos sociales básicos, especialmente los previstos en los artículos 3, 27, 28 y 123 de nuestra ley fundamental.

Como lo ha dicho Andrés Manuel López Obrador, el credo de los conservadores ha sido siempre la doblez y la hipocresía. al tiempo que se alababa la constitución y se le hacía objeto de culto retórico, en la práctica le restaban su carácter de ley protectora de los más débiles, recortando derechos y minimizando el papel del estado en su defensa.

Hay que tenerlo claro: la postura que asumamos de frente a la igualdad y la justicia nos define como demócratas y liberales auténticos, o como simuladores que sólo buscan preservar sus privilegios invocando los derechos que otorga la constitución, como si fueran sólo un coto exclusivo para los de arriba y apenas una esperanza para los de abajo.

Porque la verdadera democracia, la que propugna la constitución y que estamos llamados a defender, no estriba en reconocer a los iguales, sino en hacer iguales.}

La transformación que hoy vive nuestro país nace de ese reconocimiento y lo asume como la más alta prioridad: revertir la desigualdad y la injusticia es lo único que nos devolverá la dignidad y la conciencia ética como nación.

Igual que en los tiempos del constituyente de 1917, el momento actual presenta a la nación desafíos que nos exigen actuar con compromiso y patriotismo. Los conservadores de ahora, como los de entonces, no se avienen con el cambio, ni con la causa a favor de los que menos tienen. Hoy los vemos agruparse, junto a familias que evocan linajes de emperadores romanos –los claudios, estos, los de aquí, con x– como sedicentes defensores de una democracia que no conciben más que a imagen y semejanza suya, es decir, solo a la medida de sus intereses y privilegios.

La política social que impulsa la cuarta transformación, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, está demostrando su eficacia para acortar las brechas de desigualdad existentes entre las y los mexicanos, y para la disminución de la pobreza.

Como los constituyentes de 1917, continuemos la historia de defensa de los derechos sociales, en esta etapa en que estamos llamados a actuar, cimentando el nuevo constitucionalismo transformador y del bienestar, que coloca en el centro de los afanes la lucha indeclinable por la igualdad y la justicia de todas y todos los mexicanos.

‘’¡Cuenta con nosotros, presidente!”.

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